Ser veterinario no es solamente cuidar a los animales. Es sobretodo amarlos, no fijándose solo en los patrones éticos de una ciencia médica acreditando así la inmortalidad de la naturaleza, es entender el placer de trabajar en espacios abiertos entendiendo que su trabajo es salvar vidas. Es arriesgar, aproximarse a los instintos y perder el miedo, descubriéndose a sí mismo a través de seres distintos pero no por ello inferiores
Ser veterinario es entender el lenguaje corporal de los animales, pedidos mudos de ayuda, interpretar gestos y actitudes de dolor, y conocer la forma de aliviarlos teniendo el coraje de penetrar en un mundo diferente y ser igual
Ser veterinario es convivir lado a lado con enseñanzas profundas sobre amor y vida, participar diariamente del milagro que es y convivir con la muerte sabiendo que es definitiva pero no por ello desagradable.
